viernes, 4 de marzo de 2011

Remake Borges y el spaghetti western

Fernández Mayo y el descubrimiento de un Borges "afterpop".

I
Leer a Agustín Fernández Mallo siempre es un lanzamiento hacia un vacío donde los límites hermenéuticos son cruzados y atravesados como una lanza al corazón de la significación.
Hace unos días, fui a ver el remake de los hermanos Coen titulado en Español: Valor de ley, la prensa no se cansaba de repetir que, extrañamente, el remake (cosa que rara vez ocurre) superaba a la primera versión dirigida por Henry Hathaway con guión de Marguerite Roberts, basado en la novela de Charles Portis y protagonizada por John Wayne. Este último se llevó el Oscar a mejor actor en 1969. Pero no es comparable una u otra, déjenme valorar a ambas, total la crítica (cada vez menos crítica) no me lee. Más arriba en este blog hay un homenaje a ambas.
En el cine, comencé a ojear El hacedor (de Borges), Remake, ¿podría decir que este Remake no supera, como decía la crítica del filme de los Coen a El hacedor de Borges? Pero no, no lo diré, me quedo con los dos.
II
A Agustín Fernández Mallo, lo comencé a leer hace cuatro o cinco años.
Leí Nocilla Dream, por recomendación de mi amigo cordobés- catalán David, quien no paraba de leerme por teléfono fragmentos de Nocilla y repetirme "tienes que leerlo". Fui, lo compré en Sevilla, me subí en un avión rumbo a Santiago de Chile. Allí, en el prólogo de Juan Bonilla estaba el rizoma, sí, el espectro de Deleuze y Guattari asomaban por las páginas y entre las páginas en blanco de Agustín y Juan. No paré de leer.
III
Borges seguramente tendrá más "supuestos" lectores que "impuestos”. El hacedor de Agustín es un ejercicio escrito- visual desbordante, inquietante, traicionero, atrevido, es un "darle" por culo a Borges. Así como Slavoj Zizek puede construir una lectura sobre Lacan desde los diferentes inodoros y las mierdas alemanas, francesas y estadounidenses como contrapunto a los tres modos de comida levi-straussianos: crudo, cocido y hervido: "los tres tipos básicos de inodoros diseñados en Occidente..." "En un inodoro alemán tradicional, el agujero por el que se van los excrementos después de tirar de la cadena está adelante, de modo que éstos quedan a la vista y pueden ser olidos e inspeccionados... En el típico inodoro francés, el agujero está bien en la parte de atrás, de modo que la mierda desaparece inmediatamente. Finalmente el inodoro estadounidense se presenta como una especie de síntesis, una mediación entre ambos polos -el hueco del inodoro está lleno de agua, de manera que las heces quedan flotando a la vista, pero no pueden ser inspeccionadas". Tres actitudes filosóficas frente a la mierda: la reflexión especulativa alemana, la precipitación revolucionaria francesa y la moderación pragmática anglosajona. Remake lacaniano por Zizek...
Como Zizek, Fernández Mallo, en este caso en el remake de Borges, pone en circulación signos a-referenciales: Borges como guionista de la Marvel y creador de los cuatro fantásticos. "También se debe a Borges que las viñetas de la Marvel fueran ganando color. A mediados de los años 60, cuando su ceguera era ya elevada, gustaba de intensidad cromática. Se comenta que, en los descansos, cuando se reunía toda la redacción para tomar el sándwich y beber café, él era capaz de ingerir hasta 3 Coca- Colas de 33 centilitros...".
IV
Gracias a Vik conocí al poeta Eduardo Moga... Desbordante cuerpo y letra que cruza por los significantes y los anula en su propio exceso. En este caso, no es la mierda ni los inodoros, ni las historietas, ni las coca- colas, sino la posible masturbación en una oficina junto a una papelera de aluminio (estoy citando de memoria, perdón a Eduardo). Vik Gómez desborda versos en letras minúsculas que no consiguen estabilidad ni moderación, es como su caminar: eléctrico significante que se enflaquece en la letra manuscrita. Me lee un poema escrito en Roma, "Retorno a Roma", con sus versos atravesados por la memoria. No es casual que me presente a Moga, en ambos hay "actos de habla" como performativos enunciados que desequilibran los significados. Derrida dirá que la a-referencialidad es pensable desde hace mucho tiempo, pero consignar ese accidente en una era de catástrofes y accidentes es más factible. ¿A quienes les temen los versos? ¿A esa escritura poética narrada desde múltiples voces que transforman al yo en un tú o en un él? (desafío a Benveniste que no veía ahí nada personal sino lo impersonal, ya planteado por la fenomenología hermenéutica de Ricouer).
Eduardo Moga desafía en el no lugar de su escritura, se tambalea desde el grueso trazado de la deconstrucción, de lo im- posible como posibilidad latente que se inquieta por la huella que se traza en la escritura.
Vila- Matas comenta que soñaba con escribir una novela en la que el lector muriera suicidado al atragantarse con las letras de una novela sin puntos, ni comas ni ninguna otra interrupción en la escritura. ¿Lo dijo o me lo imaginé?
Eduardo Moga tomándonos unas cervezas me comenta que conoce desde hace muchos años a Agustín Fernández Mallo, que se conocieron en la década de los '90 en un Congreso de Jóvenes Escritores, desde ahí son amigos. Sigo con El hacedor (de Borges) Remake, cruzan narraciones, poéticas (o mejor dicho post poéticas), insignificantes que desbordan y obliteran los significantes.
V
Mattie Ross busca a Rooster Cogburn, le dicen que está muerto. The end, se cierra la pantalla... AFM en diciembre de 2010 en Isla de Mallorca, él mismo lugar donde acabo mi último libro de ensayos: Incomunicación, crisis y catástrofe, cierra con la pregunta: "¿a qué huele en la luna?", y la tensiona: "la única diferencia entre lo kitsch y lo hermoso es esa pregunta". O las de la mierda y el inodoro. Cierro el libro... Me levanto de la butaca del cine, ya sin gente, y salgo por las mojadas calles valencianas.

1 comentario:

lvlojdmisterdueman dijo...

Fantástica visión postpoética amigo... ya devoré El hacedor (ámbos), ahora voy a por los Coen.
Saludos Vloj