miércoles, 24 de agosto de 2011

Montevideo, Cortázar, Bioy y el hotel Cervantes



Poética en el Río.
Montevideo: esa/otra
Es un lugar común, afirmar la nostalgia que genera la gris Montevideo, sobre ella han escrito páginas y páginas Onetti, Benedetti, Idea Vilariño, Fernando Cabrera, Carlos Real de Azúa, se filmaron películas polémicas, en cuanto a la crítica cinematográfica, como El dirigible, u otras más aprobadas como Whisky. Se ha escrito demasiado y vivido a la misma intensidad.
Ahora, en Montevideo, más allá de su lugar común, pienso en ello, una tarde de julio, gris, fría y lluviosa, Montevideo no puede tener otra imagen. Como en La rosa púrpura del Cairo, esta vez no es un personaje humano, sino la ciudad transformada en personaje, cruza la pantalla y se instala, me instala, me desafía, ¿se puede escribir sobre ella después de tanto que se ha escrito? ¿O es preferible la página en blanco?
Hace dos años cuando estuve (qué obsesión por visitarla en junio y julio, cuando muchos huirían de Montevideo), visité el Hotel Cervantes e intenté alojarme en el segundo piso, donde décadas atrás escribieron sobre él narradores de Adolfo Bioy Casares y Julio Cortázar, en el correr de 1956. En el 2009 quedaba solo un viejo edificio mal cuidado, abandonado por las lógicas (ilógicas) de un presente continuo que intenta borrar en su inmediatez las huellas del pasado, habitado temporalmente por parejas de intercambio como en el intercambio de tramas de Cortázar y Bioy.
La puerta condenada, es un relato escrito por Cortázar en 1956, donde en un hotel de Montevideo un comerciante oye en la noche el misterioso llanto de un niño tras el armario que tapa una puerta cerrada."A Petrone le gustó el Hotel Cervantes por razones que hubieran desagradado a otros. Era un hotel sombrío, tranquilo, casi desierto. Un conocido del momento se lo recomendó cuando cruzaba el río en el Vapor de la carrera, diciéndole que estaba en la zona céntrica de Montevideo. Petrone aceptó una habitación con baño en el segundo piso, que daba directamente a la sala de recepción", comienza el relato de Cortázar.
Un viaje o El mago inmortal, es un relato escrito por Bioy Casares en aquellos mismos días y de trama idéntica a la de Cortázar. Ambas tramas son enrarecidas.
Petrone, el personaje de Cortázar, y el narrador de Bioy tienen la misma profesión y viajan a la misma ciudad, Montevideo (en el Vapor de la carrera, un barco que salía de Buenos Aires a las diez de la noche y llegaba la mañana siguiente a su destino), y están a punto de registrarse en el mismo hotel sombrío y tranquilo. "A Petrone le gustó el Hotel Cervantes por razones que hubieran desagradado a otros", dice el narrador de Cortázar. "Juraría que al chofer del taxímetro le ordené que fuera al Hotel Cervantes", se asombra el personaje de Bioy con inquietante perplejidad cuando el taxi se detiene frente al Hotel La Alhambra.
Y aún hay más. Una vista melancólica desde el cuarto de baño aparece casi idéntica en el comienzo de los dos relatos. Y la coincidencia está también en las voces nocturnas de los vecinos de cuarto que despiertan a los personajes: mientras que el llanto enigmático de un niño tras el armario que tapa una puerta condenada impide dormir a Petrone, al don Juan fracasado de Bioy le toca el castigo de una pareja que hace el amor estridentemente.
"Sobre Cortázar le voy a contar que estando él en Francia y yo en Buenos Aires escribimos un cuento idéntico. Empezaba la acción en el Vapor de la carrera, como se llamaba entonces. El protagonista iba al Hotel Cervantes de Montevideo, un hotel que casi nadie conoce. Y así, paso a paso, todo era similar, lo que nos alegró a los dos", dijo en una entrevista Bioy.
Y Cortázar, que siempre habló del poder mágico de los hoteles montevideanos, decía en una entrevista: "Yo quería que en el cuento quedara la atmósfera del Hotel Cervantes, porque tipificaba un poco muchas cosas de Montevideo para mí. Había el personaje del Gerente, la estatua esa que hay (o había) en el hall, una réplica de Venus y el clima general del hotel. No sé quién me recomendó el Cervantes, donde en efecto había una piecita chiquita. Entre la cama, una mesa y un gran armario que tapaba una puerta condenada, el espacio que quedaba para moverme era el mínimo".
Décadas más tarde escribe Enrique Vila- Matas: “El Hotel Cervantes, en la calle de Soriano entre Convención y Andes, continúa en pie. Así que, si algún día voy a Montevideo, iré a verlo y trataré de alojarme en el segundo piso, en una ‘pieza chiquita’, donde tal vez siga estando ese gran armario que tapa la misteriosa puerta condenada. He mirado en Internet y parece que el hotel no ha cambiado mucho, continúa sombrío y tranquilo, aunque mejor será decir relativamente tranquilo. En el viejo garaje del antiguo teatro de al lado han montado un centro cultural, y hace unos años el hotel (se ha sabido que Gardel y Borges fueron sus ocasionales clientes) fue declarado monumento histórico. Por lo visto, el Gran Oriente de la Francmasonería Mixta Universal realizó los días 12 y 13 de diciembre de 2003, en las instalaciones del hotel uruguayo, su VI Gran Asamblea: ‘La misma se desarrolló en un ambiente de trabajo intenso, donde reinó la fraternidad, la serenidad, la tolerancia y el respeto mutuo’”.
Viví 7 años en Montevideo y nunca me había fijado en el Hotel, no quería romper la visión que sobre él “habitaba” en los relatos de Bioy y Cortázar. Ahora, en 2009, 11 años después de estar fuera de Montevideo y de Uruguay, retorno. Entro, mira el hall y se mantiene la decrepita estatua de Venus, pido la habitación del 2° piso buscando la escenografía de los cuentos. Está reservada me dicen en la puerta… desde hace décadas.
El hotel, es un lugar de paso, y, en Montevideo, tomando literalmente esa idea del hotel, el paso del tiempo lo transformó en un lugar de paso, memoria borrosa, mal de archivo instalado en la decrepitud del tiempo. Las páginas de Cortazar y Bioy no dejan olvidarla y desde su mnemotécnica nos vuelven una y otra vez a la época de esplendor del hotel donde ambos escribieron esas páginas.
Montevideo vuelve a ser esa/ otra, desde aquí mis ojos nublados y mis manos temblorosas le escriben esta poética.



Ver mapa más grande

3 comentarios:

Cynthia dijo...

Es una experiencia muy impresionante porque uno sabe que los capos de la historia de la literatura estuvieron justo haciendo sus creaciones donde uno se encuentra quizás durmiendo y te da como un escalofríos. Por ejemplo, el año pasado viaje a Argentina y en el hotel en Buenos Aires donde yo estaba me ofrecieron ir a la galería donde se encontraba el grupo de "boedo" cuando todavía no tenían plata y no eran reconocidos por su trabajo. fue una linda vivencia!
Cyn

Unknown dijo...

que recuerdos fue mi primer trabajo en un hotel y nunca me e olvidado , 1991 , las puertas de robles . los marmoles ,tuve la gran suerte de conocer la cafeteria ,que estaba cerrada hacia muchas decadas con todo su mobiliario de los años 50,espero que algun dia los rayos del sol iluminen aquellos pasillos , Hotel Cervantes el hotel de los elegantes.....que eslogan

Unknown dijo...

que recuerdos fue mi primer trabajo en un hotel y nunca me e olvidado , 1991 , las puertas de robles . los marmoles ,tuve la gran suerte de conocer la cafeteria ,que estaba cerrada hacia muchas decadas con todo su mobiliario de los años 50,espero que algun dia los rayos del sol iluminen aquellos pasillos , Hotel Cervantes el hotel de los elegantes.....que eslogan